JORNADA ANUAL DEL CECAS 2024

JORNADA ANUAL DEL CECAS 2024

Este año 2024 la Jornada anual del CECAS ha llevado por título: Espiritualidad y Adicciones. Se ha celebrado el jueves 21 de marzo en la sede de la Fundación de la Esperanza de la Obra Social de «la Caixa» en Barcelona. Entre profesionales, voluntarios, colaboradores y otros compañeros/as del sector se han reunido 70 personas.

Tras la Bienvenida del vicepresidente de la entidad Ramon Tous y el repaso de la Memoria Social CECAS 2023, expuesto por el director general de la Fundación Ferran Solé, la jornada se ha centrado en el objetivo de la convocatoria. Primero Gerard Guerra, voluntario y colaborador del CECAS, y Fede Rodríguez, trabajador social de la CT de Mujeres de Tarragona, han introducido y enmarcado el tema.

Un tema delicado por naturaleza y que por los antecedentes históricos en nuestro sector de la atención y tratamiento de las drogodependencias levanta cierta reticencia a nivel profesional.  Numerosas Comunidades Terapéuticas y programas de rehabilitación de carácter confesional han ofrecido -y aún algunas ofrecen- su doctrina y la oración intensiva como eje vertebrador de la recuperación de una adicción. Si además una fundación como el CECAS, promovida por las Caritas Catalanas, los obispos de la Tarraconense, con apoyo de la Unión de Religiosos de Cataluña, es la que plantea la reflexión y el papel que puede tener el fomento de la dimensión espiritual en el ámbito de la recuperación, más todavía puede acabar de provocar una actitud escéptica, si no de sospecha o rechazo a saber alguna cosa. Durante demasiado tiempo el carisma y sectarismo religioso ha cubierto con éxito muy relativo la necesidad de la persona adicta y la falta de recursos especializados para la recuperación, velando con liderazgos carismáticos, la potencia que realmente tiene la dimensión espiritual en el ser humano. Ser consciente de la existencia e interrogarse por esta propia conciencia forma parte de una experiencia vital incontestable y universal. No sé si se considerará científica, pero es una evidencia fenomenológica proporcionada en virtud de lo que la Historia de la Ciencia ha llamado experimentum crucis ó insight, que a última hora es lo que los grados de significación numérica nos ofrecen en realidad: la experiencia vivencial de que una cifra numérica, de forma clara y distinta, es ó no,  significativamente mayor ó más pequeña respecto a otra, si se consideran y mantienen unas variables determinadas, tanto desde una perspectiva ideográfica como nomotética.

 

Desde mediados del s. XX, con el desarrollo de la filosofía existencial, se ha ido separando la noción de Espiritualidad, de la de Religiosidad y éstas de la de Confesionalidad. La experiencia espiritual puede emerger más o menos espontáneamente y desplegarse en contextos no religiosos o confesionales. En estos casos, la conciencia de sí mismo experimenta una dilatación y favorece también una apertura de captación de la realidad del Ser que puede generar una nueva manera de percibir, de comprender y vivir la vida, ofreciendo nuevas formas para aceptarla y fórmulas de transformación y sanación de conflictos y malestares.

En el marco del concepto de la Inteligencia Múltiple, en 2001 Danah Zohar e Ian Marshall indagaron sobre una serie de facultades que originaron la definición de la Inteligencia Espiritual. Aquí en Cataluña el filósofo y pedagogo Francesc Torralba hace más de una década que ha trabajado sobre esta cuestión, elaborando una síntesis de las potencias y facultades que la caracterizan, y argumentando la importancia de cultivarlas desde el ámbito educativo por los beneficios madurativos y psicosociales que encarna su desarrollo en nuestro contexto histórico, económico y cultural presente,  yermo de estímulo y valoración al respecto, casi tabú, dentro de un marco sustancialmente cientificista, materialista, consumista y mucho más orientado al Tener y  al Aparentar que al Ser.

 

A pesar de la riqueza de matices que conlleva el término Inteligencia Espiritual, posiblemente estemos ante una Realidad que va más allá de las capacidades mentales para procesar información y conocimiento. Ser consciente de la propia existencia nos acerca a la vivencia del Ser y de un saber. Un Saber que nos conecta a una dimensión en la que hay infinitamente más inteligencia que en la mente, como bien diría el psicólogo barcelonés Antoni Blay Fontcuberta (1924-1985), precursor de la Psicología Transpersonal en Cataluña y en España.

 

Es desde esta línea de trabajo que Daniel Gabarró Berbegal ha enfocado la charla-taller central de la Jornada del CECAS. Maestro, psicopedagogo, diplomado en Humanidades, involucrado activamente en los ámbitos educativos, de género y maduración personal, Daniel Gabarró realiza diferentes actividades entre las que destaca la dirección de grupos de crecimiento personal y espiritual en la línea de Antoni Blay. Con el título: Amor, espiritualidad y acompañamiento el grupo de asistentes ha tenido la oportunidad de ir trabajando y reflexionando sobre diferentes aspectos esenciales para captar la realidad teniendo en cuenta el prisma de la espiritualidad, profundizando en la importancia que tiene el ser conscientes de la existencia en nuestra vida cotidiana y por tanto también en el ejercicio de nuestras actividades profesionales cuando se acompaña al otro en el proceso de recuperación. A valorar la Presencia consciente de uno mismo y la del otro, a captar la fuerza vital o voluntad que nos atraviesa como seres, la que nos hace sobrevivir y comer, y no a la inversa.

Uno de los aspectos más trabajados ha sido el enfoque y ampliación de la mirada respecto a la experiencia amorosa hacia el otro, poniendo todo el énfasis en que el Amor es por naturaleza y de forma básica una acción, más que un sentimiento. Exponiendo el Amor como una fuerza que actúa y busca el bien del otro, no un sentimiento que empieza y acaba mirándose en su propio espejo.

Un último tema abordado en el taller ha sido el captar la realidad de forma gradual, no dual. Es desde esta visión que podemos comprender la afirmación de que el Mal no existe. Es el más o menos saber lo que puede provocar destructividad, pero cada uno hace lo que puede con lo que sabe y desde las coordenadas en que mira su realidad. Es desde esta óptica que podemos observar la destructividad humana y favorecer la desactivación de su causa de forma más constructiva, creativa y alternativa al hecho de ir en contra de.

Como diría Santa Teresa de Jesús en el s. XVI: Si Satán supiera amar, dejaría de ser malvado.

 

Finalmente Paco Estellés, educador y trabajador social, responsable de la Plataforma Social Salesiana y miembro del Patronato de la Fundación CECAS, ha concluido la jornada matinal tras hacer una recopilación de frases significativas que han salido durante la actividad.

 

Ancestralmente el uso de drogas se ha utilizado como vehículo de acceso a la dimensión espiritual. Actualmente el uso de sustancias se ha desacralizado, quedando muy ligado a los procesos de modernización de las sociedades contemporáneas y siendo una característica de estas. La coexistencia de los usos de alcohol, drogas y las drogodependencias es una realidad creciente en toda sociedad que ha experimentado el paso de estilos de vida tradicionales hacia modelos de vida industriales. En los inicios de la actual revolución tecnológica el fenómeno no parece disminuir y se complica con nuevos formatos y mezclas de drogas sintéticas y de diseño, con nuevas vías de evasión. La conducta evasiva, ante las dificultades para hacer frente a las consecuencias de los cambios, está detrás de muchas conductas de riesgo de consumo de sustancias y otros comportamientos relacionados con el juego, el sexo o el uso de pantallas de forma abusiva que pueden derivar tarde o temprano en un trastorno adictivo. Son muchos los médicos, psicólogos, educadores y personas recuperadas que han asociado el uso y abuso del alcohol y drogas con la búsqueda de estados de ánimo y de conciencia que se aproximan a la experimentación de la vivencia espiritual, de sentirse embriagado y amparado en algún tipo de plenitud, paz, ausencia de preocupación o acercando a la persona a la sensación de sentirse invulnerable o en comunión con todo lo que le rodea. Con el consumo de sustancias el adicto tiende a escapar o inhibir diversas sensaciones y emociones dolorosas, entrando en un estado de conciencia difuso que provoca indiferencia respecto a los problemas y preocupaciones actuales o pasadas. Pero el consumo continuado y compulsivo acabará pasándole factura.

La adicción a las sustancias es un tema harto complejo. Uno de los tópicos para salir de la adicción es poner todo el esfuerzo y voluntad para decir que NO y construir un nuevo proyecto de vida sin drogas. Pero en este mundo todo tiene su sentido. Lo encontraremos o no, pero todo tiene su sentido. Incluso los años y años que una persona puede quedar atrapada en la adicción y a un estilo de vida condicionado por la búsqueda y consumo de drogas o alcohol, tienen su sentido. El adicto se ha convertido en un experto en rehuir la realidad, en esquivarla. No pensemos que se puede salir realmente de la adicción volviendo a huir de la realidad y construir un proyecto de vida nuevo. El trabajo de reparación y de integración de las partes más oscuras de uno mismo deben ser afrontadas con coraje y humildad.

Las herramientas biomédicas, educativas y psicoterapéuticas para acompañar este nivel de elaboración son variadas y necesarias. Pero pueden tener su máximo rendimiento si la persona que acompaña el proceso de recuperación es capaz de captar al otro en todas sus dimensiones humanas, en la capacidad de actualización de todas sus potencialidades para la autorrealización y plenitud de vida. Y ello implica también percibir al otro como un ser susceptible de dinamizar su potencial espiritual, de activar una inteligencia interior muy poderosa capaz de ejercer mecanismos de autorregulación de carácter reparador y transformador, capaz de trascender la identidad «soy fulano de tal y soy adicto» y ampliando la perspectiva para conectar con una identidad esencial que moviliza la fuerza vital y el proceso de individuación encallado en el consumo.

 

Joan Ramon Farré Huguet.

Psicólogo. Área Gestión Conocimiento CECAS.

 

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